O sonho da palavra
Este, pois, triste som intermitente
da assombrada multidão temerosa,
bem menos a atenção solicitava
que ao sonho persuadia.
Sóror Juana Inés de La Cruz
Negarão a mim o sonho, o epitáfio
dessa noite geométrica que se eleva
aos quatro pontos cardinais do nada
por entre obeliscos e pirâmides,
mas não poderão negar-me a palavra.
Esconderão de mim o claro espelho que deambula
por um universo sem Deus e ardendo em chamas
assim como a idêntica escada
pela qual tem acesso o corpo fermentado e múltiplo
ao diáfano mistério do Unânime,
mas não poderão esconder-me a palavra.
Silenciarão o canto da noturna Nictimene
companheira de voo da vigília
que imita o melancólico traço de meus versos
atrás dos batentes lacerados desta página,
mas não poderão silenciar-me a palavra.
Negarão a mim o consolo da douta Aspásia
separada dos ossos de sua carne
pelas arestas nacaradas das ostras
que brandiram contra ela os frades sanguinários,
mas não poderão me negar a palavra.
Banirão de minha cela Homero e Platão,
Safo, Píndaro e até o doce Ovídio
que chora sobre minha face nas trevas
a timidez feliz de seu martírio,
mas não poderão banir a palavra.
Usurparão de mim o astrolábio e o compasso
o esquadro musamétrico de Kircher
a argola que aprisiona em breve cárcere
a face amada que diante de mim aparece
amoldando-me por uma vez mais à esperança
como vínculo terrível,
mas não poderão usurpar-me a palavra.
Abolirão o flamejar da palavra
o crepitar da palavra o encinzar a palavra,
mas não poderão abolir a palavra.
Mutilarão os lábios avinagrados da palavra
mas não poderão roubar minha sede de palavra.
Sufocarão o silêncio da palavra
até que apenas reste a voz da palavra
clamando no deserto da palavra,
mas não poderão roubar-me a palavra.
Poderão me roubar a palavra
mas não o sonho da palavra.
O dia chegará, sem dúvida, em que a tudo roubem de mim
e só me reste a palavra.
El Sueño de la Palabra
Este, pues, triste son intercadente
de la asombrada turba temerosa,
menos a la atención solicitaba
que al sueño persuadía.
Sor Juana Inés de la Cruz
Me vedarán el sueño, el epitafio
de esa noche geométrica que asciende
a cuatro puntos cardinales de la nada
por entre obeliscos y pirámides,
pero no podrán vedarme la palabra.
Me ocultarán el claro espejo que deambula
por un universo sin Dios y ardiendo en llamas
así como la gemela escala
por la que accede el cuerpo fermentado y múltiple
al diáfano misterio de lo Unánime,
pero no podrán ocultarme la palabra.
Silenciarán el canto de la nocturna Nictimene
compañera de vuelo del insomnio
que imita el melancólico trazo de mis versos
tras los batientes lacerados de esta página,
pero no podrán silenciarme la palabra.
Me negarán el consuelo de la docta Hispasa
separada de los huesos de su carne
por las aristas nacaradas de las ostras
que blandieron contra ella los frailes sanguinarios,
pero no podrán negarme la palabra.
Desterrarán de mi celda a Homero y a Platón,
a Safo, a Píndaro y hasta al dulce Ovidio
que plañe sobre mi rostro en las tinieblas
la verecundia feliz de su martirio,
pero no podrán desterrar a la palabra.
Me usurparán el astrolabio y el compás
la escuadra musamétrica de Kircher
el anillo que aprisiona en breve cárcel
el rostro amado que ante mí parece
ciñéndome una vez más a la esperanza
con vínculo terrible,
pero no podrán usurparme la palabra.
Abolirán el llamear de la palabra
el crepitar de la palabra el cenizar de la palabra,
pero no podrán abolir a la palabra.
Le cercenarán los labios avinagrados a la palabra
pero no podrán quitarme la sed de la palabra.
Sofocarán el
silencio de la palabra
hasta que sólo quede la voz de la palabra
clamando en el desierto de la palabra,
pero no podrán quitarme la palabra.
Podrán quitarme la palabra
pero no el sueño de la palabra.
El día llegará, sin duda, en que todo me lo quiten
y sólo me quede la palabra.