Romance Sonâmbulo
(Tradução de
Wagner Mourão Brasil e Isaías Edson Sidney)
Verde que te quero
verde.
Verde vento.
Verdes ramos.
O barco sobre o
oceano
e o cavalo na
montanha.
Com a sombra na
cintura
ela sonha na
varanda,
verde carne,
trança verde,
com olhos de fria
prata.
Verde que te quero
verde.
À luz da lua
cigana,
fitam-na todas as
coisas
e ela não pode
fitá-las.
Verde que te quero
verde.
Grandes estrelas
de neve,
vêm com a sombra
da noite
que abre o caminho
da aurora.
A figueira atrita
o vento
com a lixa de seus
ramos,
e o monte,
felinamente,
eriça espinhos de
pita.
Quem virá, porém?
Por onde?...
Ela segue na
varanda,
verde carne,
trança verde,
sonhando no mar
amargo.
Compadre, quero
trocar
meu cavalo por seu
lar,
minha sela pelo
espelho,
minha faca pela
manta.
Compadre, venho sangrando,
desde as montanhas
de Cabra.
Se eu pudesse, meu
rapaz,
este trato se
fechava.
Porém já não sou
mais eu,
minha casa não é
minha.
Compadre, quero
morrer
com decoro em
minha cama.
De ferro, como
convém,
com lençóis de
fino linho.
Não vês que ferida
tenho
que vai do peito à
garganta?
Trezentas rosas
morenas
tem o teu peitilho
branco.
Teu sangue ressuma
e cheira
ao redor de tua
faixa.
Porém já não sou
mais eu,
minha casa não é
minha.
Deixai-me subir ao
menos
àquelas altas
varandas,
deixai-me subir,
deixai-me,
às altas verdes varandas.
As balaustradas da
lua
por onde as águas
retumbam.
Já sobem os dois
compadres
àquelas altas
varandas.
Deixando um rastro
de sangue.
Deixando um rastro
de lágrimas.
Cintilavam nos
telhados
lampiõezinhos de
lata.
Mil pandeiros de
cristal,
feriam a
madrugada.
Verde que te quero
verde,
verde vento,
verdes ramos.
Os dois compadres
subiram.
O vento longo
deixava
Um raro gosto na
boca
de fel, de menta e
alfavaca.
Compadre! Onde
está, dizei-me
Onde, a tua filha
amarga?
Quantas vezes te
esperou!
Quantas vezes te
esperava,
rosto fresco,
negra trança,
sobre esta verde
varanda!
Sobre a boca da
cisterna
balançava-se a
cigana.
Verde carne,
trança verde,
com olhos de fria
prata.
Um sincelo de luar
a sustenta em cima
d’água.
Fez-se de íntima a
noite
como uma pequena
praça.
Bêbados guardas
civis
Davam pancadas na
porta.
Verde que te quero
verde.
Verde vento.
Verdes ramos.
O barco sobre o
oceano
E o cavalo na
montanha.
Romance Sonámbulo
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.