Do livro Elogio da sombra – 24 / 31
Duas versões
de “Ritter, Tod und Teufel”
I
Sob o
quimérico elmo seu severo
Perfil é tão
cruel como a cruel espada
Que aguarda.
Pela selva despojada
Impassível
cavalga o cavaleiro.
Torpe e
dissimulada, a corja obscena
encurralou-o:
o Demônio de servís
olhos, os
labirínticos répteis
E o branco
ancião do relógio de areia.
Cavaleiro de
ferro, quem te mira
sabe que em
ti não mora a falsidade
ou o pálido
temor. Tua má sorte
É mandar e
ultrajar. Tu és valente
E não serás
indigno certamente,
Alemão, do
Demônio e da Morte.
II
Os caminhos
são dois. O daquele homem
De ferro e de
soberba, e que cavalga,
Firme na fé,
pela suspeita selva
Do mundo,
entre as zombarias e a dança
estática do
Demônio e da Morte,
E o outro, o
breve, o meu. Em que desvanecida
Noite ou
manhã antiga descobriram
Meus olhos a
fantástica epopeia,
O duradouro
sonho de Düher,
O herói e a
caterva de suas sombras
Que me buscam,
me espreitam e me encontram?
A mim, não ao
paladino, exorta o branco
Ancião
coroado de sinuosas
Serpentes. A
clepsidra sucessiva.
Mede meu
tempo, não seu eterno agora.
Eu terei me
tornado em cinza e treva;
Eu, que parti
depois, terei alcançado
Meu término
mortal; tu, que não és,
Dos Versiones
De "Ritter, Tod Und Teufel
I
Bajo el yelmo quimérico el severo
Perfil es
cruel como la cruel espada
Que aguarda.
Por la selva despojada
Cabalga
imperturbable el caballero.
Torpe y
furtiva, la caterva obscena
Lo ha
cercado: el Demonio de serviles
Ojos, los
laberínticos reptiles
Y el blanco
anciano del reloj de arena.
Caballero de
hierro, quien te mira
Sabe que en
ti no mora la mentira
Ni el pálido
temor. Tu dura suerte
Es mandar y
ultrajar. Eres valiente
Y no serás
indigno ciertamente,
Alemán, del
Demonio y de la Muerte.
II
Los caminos son dos. El de aquel hombre
De hierro y
de soberbia, y que cabalga,
Firme en su
fe, por la dudosa selva
Del mundo,
entre las befas y la danza
Inmóvil del
Demonio y de la Muerte,
Y el otro, el
breve, el mío. ¿En qué borrada
Noche o
mañana antigua descubrieron
Mis ojos la
fantástica epopeya,
El perdurable
sueño de Durero,
El héroe y la
caterva de sus sombras
Que me
buscan, me acechan y me encuentran?
A mí, no al
paladín, exhorta el blanco
Anciano
coronado de sinuosas
Serpientes.
La clepsidra sucesiva
Mide mi
tiempo, no su eterno ahora.
Yo seré la ceniza y la tiniebla;
Yo, que partí
después, habré alcanzado
Mi término
mortal; tú, que no eres,
Tú, caballero
de la recta espada
Y de la selva
rígida, tu paso
Proseguirás
mientras los hombres duren.
Imperturbable,
imaginario, eterno.
(*) Cavaleiro, Morte e Diabo