Do livro Elogio da sombra – 12 / 31
A certa sombra
Que não
profanem teu sagrado solo, Inglaterra.
O javali
alemão e a hiena italiana.
Ilha de
Shakespeare, que teus filhos te salvem
E também tuas
sombras gloriosas.
Nesta margem
ulterior dos mares
As invoco e
acodem
Vindas do
inumerável passado,
Com altas
mitras e coroas de ferro,
Com Bíblias,
com espadas, com remos,
Com âncoras e
com arcos.
Pairam sobre
mim na alta noite
Propicia à
retórica e à magia
E busco pela
mais tênue, a quebradiça,
E lhe
advirto: oh, amigo,
O continente
hostil se prepara com armas
Para invadir
tua Inglaterra,
Como nos dias
em que sofreste e cantaste.
Pelo mar,
pela terra e pelo ar convergem os exércitos.
Torna a
sonhar, De Quincey.
Tece para
baluarte de tua ilha
Redes de
pesadelos.
Que por seus
labirintos de tempo
Errem sem fim
os que odeiam.
Que sua noite
se meça por centúrias, por eras, por pirâmides,
Que as armas
sejam pó, pó os rostos,
Que nos
salvem agora as indecifráveis arquiteturas
Que
infundiram horror a teu sonho.
Irmão da
noite, bebedor de ópio,
Pai de sinuosos
períodos que já são labirintos e torres,
Pai das
palavras que não são esquecidas,
Ouves-me,
amigo não divisado, ouves-me
Através
dessas coisas insondáveis
que são os
mares e a morte?
A Cierta
Sombra, 1940
Que no
profanen tu sagrado suelo, Inglaterra,
El jabalí
alemán y la hiena italiana.
Isla de
Shakespeare, que tus hijos te salven
Y también tus
sombras gloriosas.
En esta
margen ulterior de los mares
Las invoco y
acuden
Desde el
innumerable pasado,
Con altas
mitras y coronas de hierro,
Con Biblias,
con espadas, con remos,
Con anclas y
con arcos.
Se ciernen
sobre mí en la alta noche
Propicia a la
retórica y a la magia
Y busco la
más tenue, la deleznable,
Y le
advierto: oh, amigo,
El continente
hostil se apresta con armas
A invadir tu Inglaterra,
Como en los
días que sufriste y cantaste.
Por el mar,
por la tierra y por el aire convergen los ejércitos.
Vuelve a
soñar, De Quincey.
Teje para
baluarte de tu isla
Redes de
pesadillas.
Que por sus
laberintos de tiempo
Erren sin fin
los que odian.
Que su noche
se mida por centurias, por eras, por pirámides,
Que las armas
sean polvo, polvo las caras,
Que nos
salven ahora las indescifrables arquitecturas
Que dieron
horror a tu sueño.
Hermano de la
noche, bebedor de opio,
Padre de
sinuosos períodos que ya son laberintos y torres,
Padre de las
palabras que no se olvidan,
¿Me oyes,
amigo no mirado, me oyes
A través de
esas cosas insondables
Que son los
mares y la muerte?