De “Vinte poemas de amor e uma canção desesperada”
Poema IX / XXI
Ébrio de terebintina e vastos beijos,
estival, o veleiro das rosas conduzo,
inclinado até a morte do delgado dia,
fundado no sólido frenesi marinho.
Pálido e amarrado à minha água devorante
cruzo o acre odor do clima desprotegido,
ainda que vestido de cinza e sons amargos,
e a crista entristecida de abandonada espuma.
Vou, rijo de paixões, montado em minha onda única,
lunar, solar, ardente e frio, inesperado,
adormecido na garganta das afortunadas
ilhas brancas e doces como quadris frescos.
Treme na noite úmida meu traje de beijos
loucamente carregado de elétricas gestões,
de modo heroico dividido em sonhos
e embriagadoras rosas que se exercitam em mim.
Água acima, em meio às ondas externas,
teu paralelo corpo se sujeita aos meus braços
como um peixe infinitamente preso à minha alma
rápido e moroso na energia sub-celestial.
Poema IX / XXI
Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.
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